
1. Evaluación
Antes de empezar a intervenir, es necesario llevar a cabo un proceso de evaluación exhaustiva que nos permita conocer al niño/a y a la familia, valorar las dificultades y los puntos fuertes que presente, dar un diagnóstico y definir unos objetivos de trabajo a corto y a largo plazo.
Con el niño/a, se lleva a cabo una observación conductual y emocional, además de aplicar las pruebas estandarizadas que permitan conocer y entender su problemática. La evaluación se completa con la información proporcionada por la familia y el profesorado, recogida mediante entrevistas y cuestionarios. Una vez concluida la valoración, se redacta un informe pormenorizado y se inicia el tratamiento.
2. Tratamiento
Se diseña de manera individualizada y con unos objetivos específicos a corto y a largo plazo, definidos en función de las dificultades detectadas en la evaluación inicial. En colaboración con los padres, se fijan los horarios de las sesiones, que se ajustan a las rutinas y necesidades de la familia
3. Retest
Una vez iniciado el tratamiento, se llevan a cabo re-evaluaciones periódicas a fin de valorar los avances y ajustar los objetivos de intervención planteados.


4. Seguimiento y alta
En la medida en que se produzca una evolución positiva, las sesiones de tratamiento se irán espaciando en el tiempo de manera progresiva. De este modo, se generalizan los avances y se previenen las recaídas. Tras un periodo de seguimiento acordado con la familia, se da el alta definitiva.